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Filocap 2008/09

CECI N´EST PAS PEDAGOGÍA

CECI  N´EST  PAS  PEDAGOGÍA

 

María Rodríguez García.

Todo ejercicio de evaluación exige la expresión del pensamiento acerca de aquello que se evalúa, un pensamiento cuya raíz debe pertenecer a una libertad de expresión siempre argumentada. Es por ello por lo que me remito a las siguientes líneas del Tratado Teológico-Político de Spinoza, para tratar de asentar las bases que sustentan mi evaluación sobre el módulo de Didáctica General: “Si bien las personas pueden, a través del pacto, ceder su derecho a comportarse de un determinado modo para facilitar la consecución de unos objetivos comunes, no pueden renunciar a pensar como piensan”. Mi pensamiento no tiene por qué corresponderse, por tanto, con lo que se ha expresado y compartido en clase, aunque yo haya colaborado en “facilitar la consecución de unos objetivos comunes”, como dijo Spinoza.

El módulo de Didáctica General tiene por objetivo mostrar herramientas pedagógicas a los futuros profesores para hacer frente a la tarea educativa de niños y adolescentes. Pero, ¿Cuál es realmente esa tarea educativa? ¿Acaso se encuentra tras el sin fin de siglas y clasificaciones cerradas de los diferentes alumnos? ¿O quizás se esconde tras esos conceptos como “diversidad” o “necesidades educativas especiales” que cambian en función del trilero que los maneje?

La necesidad de la pedagogía es más que evidente, ya lo advirtieron en su día los griegos: Platón y Aristóteles, por ejemplo, fundamentaron sus respectivas teorías políticas en la necesidad de la educación del hombre como animal social, un animal que no se basta a sí mismo y debe aprender a vivir en sociedad, para poder ser ciudadano y participar y contribuir al buen funcionamiento de la polis. Además, la llamada de atención sobre la educación que hicieron Platón y Aristóteles estrechaba lazos entre política, ética y metafísica. La labor educativa se entendía como una formación ética-política, basada en la reflexión de la condición de ciudadanos de los hombres. Y hoy se dan por supuestos muchos conceptos…

Pero, no nos vayamos a un ideal educativo tan lejano en el tiempo. En 1910, el filósofo español José Ortega y Gasset dio una conferencia titulada La pedagogía social como programa político, en la que especificaba el carácter socio-político de la pedagogía y la necesidad de la misma en la concepción del problema de España. Ortega reconocía la importancia de la pedagogía, si bien advertía acerca de la labor del educador: “Ved ahí a vuestros hijos que los entregáis a un educador: ponéis vuestro oro en las manos de un orífice cuyo arte desconocéis. ¿Qué idea del hombre tendrá el hombre que va a humanizar vuestros hijos?” Y continúa diciendo: “El problema de la pedagogía no es educar al hombre exterior, al ánthropos, sino al hombre interior, al hombre que piensa, siente y quiere.”

A partir de estas palabras de Ortega, se hace pertinente formular la siguiente pregunta: ¿Se ha planteado alguna vez un educador qué es un hombre o simplemente lo da por supuesto al igual que cree saber lo que es una oveja porque reconoce su exterioridad? ¿Cómo pueden ejercer la labor educativa quienes cifran el conocimiento de los seres humanos en test psico-técnicos que responden a plantillas de respuestas cerradas? Seguimos con Ortega: “Todo individualismo es mitología, es anticientífico. Por tanto, también la pedagogía individual será un error, un proyecto estéril. ¡Cuán mínimo el influjo del maestro sobre el discípulo! Vive junto a él unas horas, horas que el niño considera heterogéneas a la integridad de su vida, frías horas inorgánicas que él ve como agujeros de vacío recortados sobre el tapiz sugestivo de la vida espontánea”. Se dice que es necesaria la atención individualizada de los alumnos, pero ¿podemos atender a esa particularidad sin comprender la consistencia ética-social del hombre, sin plantearnos siquiera qué es el hombre, su interioridad, su ser disuelto en su familia, en su ciudad, en su país? ¿Qué atención individualizada se puede ofrecer si se desconoce la necesidad de plantear todos estos interrogantes?

El módulo de Didáctica General nos ha acercado a lo que esto no es, o lo que es lo mismo, a lo que actualmente se entiende por pedagogía. En este sentido sí podemos cifrar su contenido como satisfactorio, si bien, y remitiéndome a las palabras iniciales de Spinoza, yo no puedo renunciar a mi forma de pensar, y no comparto el modo de entender la labor pedagógica en la actualidad. Platón, Aristóteles y Ortega son sólo tres de los pensadores que me sirven de aval para justificar lo que yo considero realmente necesario en la pedagogía, y es lo que he intentado transmitir en cada palabra de este artículo, en cada interrogante que he planteado. ¿Ha merecido la pena cursar el módulo de Didáctica General? Sí, por supuesto, porque una vez más he descubierto que la filosofía es capaz de verbalizar los interrogantes que cualquier persona ni siquiera llegaría a plantearse.

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